jueves, 19 de julio de 2018

Como te ven te tratan


Dice una gran verdad la señora anciana de televisión.
Mientras suena una vieja balada de Bon Jovi en la radio, subo el volumen y a viva voz coreo “Never say goodbye…” y paso a narrarles las historias de asaltos y morcilentos a mis hijos que escuchan con atención pues cada anécdota y cada historia real o inventada por mí para ellos todavía resulta en un evento digno de guardar.
A continuación enganchan un tema del pelado Phil y yo les comento al pasar que es uno de los favoritos del grandote, lo cual no les sorprende para nada ya que cada uno gusta de lo que en un punto lo representa de una forma u otra.
Y no tardan en iniciar una conversación que versa sobre cómo son las personas que integran esta familia muy poco normal.
El tema se va afilando, agudizando hasta que concluye en una definición concisa aunque sumamente subjetiva que se resume en 4 o 5 breves frases para describir a cada uno.
Y ahí es donde me viene a la memoria la frase de Mirtha, como te ven te tratan. A veces te ven, otras no te ven, casi siempre ven lo que quieren ver y ocultan lo que no les gusta y entonces simplemente construyen sobre vos una fantasía que a lo mejor difiere bastante de la realidad.
Trate de hacer este ejercicio en su casa, a lo mejor le brinda luz sobre algunos lados oscuros sobre los cuales deba trabajar para mejorar, o reforzar. Me hago cargo de la parte que me toca.
Aquí va y no voy a agregar más para que usted saque sus propias conclusiones.
Papá: Música y risas. Amigos y cerveza. Amor. Diversión.
Mamá: Vamos a juntarnos con mis amigos del running. Ahora no, tengo que trabajar. No tengo plata. Estoy cansada. Qué se piensan? Que soy millonaria??
Los chicos: Quiero. Necesito. Llevame. Comprame. Comprame. Comprame.

jueves, 12 de julio de 2018

Un sueño en cuadrillé


Mirarlos  en el patio del colegio cambiando figuritas del álbum del mundial…
Mi hijo Oliver Vladko (Vladko es el segundo nombre de mi hijo menor que es diminutivo de Vladimir y significa “rige con grandeza” también “rige en paz”).
Mi hijo Oliver Vladko, como decía más arriba en medio de la reunión de niños que intercambian retratos, banderas y estadios es un confeso anti fan del fútbol, sin embargo, quién puede resistirse a ese fenómeno social que generó una fiebre justificadamente consumista que afectó tanto a los chicos como a los padres.
Y no lo digo como crítica porque si de algo sirvió (además de fundirnos los bolsillos) fue para fomentar un interés común en algo que aunque sea efímero sirve de un modo u otro para aprender sobre países, historias, y por que no, valores como la paciencia y la solidaridad.
Este es el primer mundial donde los chicos de 8 años tienen conciencia y pueden albergar recuerdos de emociones y tristezas. Este año armamos un fixture donde anotamos los resultados de los encuentros tratando de que se despierte un mínimo interés en mi hijo anti fútbol.
Tuvimos desilusión de dejar atrás a Argentina de forma prematura y la bendición de ver a nuestra querida Croacia llegar tan lejos. Si le preguntás hoy a un chico, qué sabe de la vida, es muy probable que te diga que es el defensor de Croacia que metió el gol contra Rusia.
Ayer al volver de un trámite, me abrieron la puerta mis cachorros exultantes de alegría a la vez que al unísono me contaban que faltaban 5 minutos para que Croacia le ganara a Inglaterra para pasar a finales de la copa del mundo.
Croacia, nuestra querida Croacia. Y es que mis niños para quien lo ignora, nacieron con derecho a la ciudadanía balcánica a través de su padre y gracias a su abuelo Dubravko, que vino desde Zagreb hacia finales de los ’40 con su madre y sus dos hermanos a encontrarse con su padre quien había abierto un camino de duro trabajo aquí en un país tan lejano pero muy parecido por la calidad de su gente.
Y así fue como Úrsula Vinka y Oliver Vladko heredaron no sólo el adn de su sangre y un papel que los hace mitad croatas, sino un cúmulo de tradiciones, una mochila de historia que viene de un país que luchó para salir no hace tanto tiempo del yugo hacia la libertad.
Y ellos tienen la fortuna de atesorar las anécdotas de la infancia de su dida Duky, de inviernos nevados, de hambrunas de guerra, y también las recetas de la bisabuela, la dobos torta, los cevapcici, la kremsnite, las galletas navideñas de miel y jengibre de la tía, los huevos pintados con la abuela para pascua, la leyenda de Sveti Nikola y el Krampus, las canciones que se cantaron en todas las reuniones familiares (algunas me las aprendí por fonética sin saber una palabra de lo que decían), los chistes del tío y la complicidad de todos para no reirnos y tantos, tantos tesoros invaluables de esos que se guardan en el corazón.
Y aunque quien les habla tiene la sangre tana por donde se la busquen su sueño en cuadrillé rojiblanco se desvela por esos dos pequeños energúmenos que le abren la puerta felices por el resultado de un partido. Dos pequeños luchadores, como esos once croatas que corren tras el balón.

Carlota, Plastilina y otras cosas más

  Hola a todos!. Hace mil que no muevo esta página y no por que no haya hecho nada durante todo este tiempo. Hoy les quiero contar que en mi...