martes, 12 de diciembre de 2017

Mientras me tomo una sopa.

Un publicista drogón (no se por qué siempre pienso que los publicistas
se drogan) una vez se le dio por inventar el prototipo de la
felicidad e invento una publicidad de sopa. En esa propaganda
hay una familia sentada a la mesa. Familia tipo, matrimonio joven,
dos niños, nena y varón preferiblemente, un golden retriever, perro
de familia felíz por excelencia. Una mesa rebosante de alimentos sanos, mucha verdura.
La cálida luz del sol que entra por un ventanal donde se puede
ver un hermoso parque con árboles.
Mi versión de la felicidad, si se puede llamar así es: mujer madura
sola con dos niños, nena y varón también y un hámster, sentados a
una mesa semicircular en un living pequeño y oscuro. Toman sopa
de puntos. Porque no es de letras sino de puntos compuesta de puntos
seguidos, suspensivos, apartes, dos puntos, diéresis y puntos de
las íes. Con queso rallado y trocitos de queso fresco derretido. Se
cuentan lo mejor y lo peor del día.
Más tarde, cuando los niños ya duermen, se ve a la madre armando
algo. Como si fuese un rompecabezas. Con los pedazos rotos
de viejos momentos felices, una nueva felicidad, recauchutada, pero
nueva al fin.

La felicidad jaja jaja…

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