domingo, 11 de marzo de 2018

Madre inconsciente al volante II


La madre inconsciente es de putear mucho cuando maneja. Les informa a sus hijos que todos los que andan por la calle a la par son un peligro. Su hija mayor la mira de reojo con expresión de resignación.
Los colectiveros son asesinos sobre ruedas, los peatones negligentes suicidas, los camioneros son impunes matones a sueldo. Las motitos de delivery son kamikazes, y ahí profundizan sobre el significado del vocablo japonés y su trasfondo histórico. Los ciclistas son unos desfachatados irrespetuosos de su vida y de la ajena. Los runners, a esos no les cabe ningún adjetivo, sólo queda pasarles por encima sin piedad, ya que no discriminan la diferencia entre la acera y la calzada. Los motoqueros son todos chorros, así que cierren la ventanilla y no muestren que llevan celular. Los automovilistas son dignos destinatarios de todo tipo de improperios, sobre todo los denominados “domingueros” de manera despectiva.
Todos, todos, todos los que andan por la calle merecen un comentario de la madre inconsciente al volante, menos ella misma claro, que no entraría en ninguna categoría excepto la de “gente inconsciente que maneja bien”.
Arrogante e inconsciente.

Madre inconsciente al volante I


La madre inconsciente maneja como zombi por los barrios llevando y trayendo su pesada y valiosa carga de aquí para allá. La madre inconsciente rockea mientras maneja, canciones a volumen alto imaginando que sus dos pequeños sentados en los asientos traseros son el entusiasta público de un estadio repleto que corea con los brazos en alto las estrofas de sus canciones más populares.
La madre inconsciente detesta los hits comerciales del momento, enseña a sus crías la música de la época de oro, donde la Generación X a la que pertenece con orgullo salía a la calle sin celulares y sin wifi, donde el pelo tenía frizz y no había problema. Donde no había selfies ni reggaetón.
La madre inconsciente no se quedó en la época de su adolescencia pero en su inconsciencia trata de inculcar en sus menores una cultura musical y estética amplia y lejos de los gustos de las masas.
La madre inconsciente trata de marcar la diferencia y de que sus hijos también la marquen porque es inconsciente pero no tarada.
Van los tres rockeando en auto por los suburbios y si no tienen dinero para ir al concierto de su banda favorita, plantan su reposera del lado de afuera y disfrutan del sonido que desborda de los alambrados que los dividen de los que sí pueden pagar. Humildemente inconsciente.

Madre inconsciente


“Mujer de 40 es hallada inconsciente sobre su cama en un cuarto vacío de esperanzas.”
“Una mujer inconsciente, madre de dos hijos fue encontrada con escasos signos vitales, ahogada por sus sueños y sus expectativas, tendida boca arriba con sus ojos entrecerrados.”
La madre inconsciente lleva varios años de inconsciencia, desde que se puso sobre su espalda una responsabilidad que le quedaba grande y pesada.
Y así inconsciente asumió la carga casi como un zombi que camina sin rumbo por los suburbios sin tener idea de donde se dirige.
Sabe que su carga aunque valiosa es pesada y la lleva con cuidado, aunque como está inconsciente a veces se le escapa un poco de las manos. A veces se la ve risueña, otras gruñona, algunas distraída, muchas cansada.
Pero este es sólo el prólogo de las historias de la madre inconsciente. Si deseas saber más de ella, no se te ocurra leer el blog carlotalaideota.blogspot.com, pues  aunque allí se develan sus más oscuros secretos, existe un importante boicot en contra de su lectura y difusión. Muchas gracias.

viernes, 2 de marzo de 2018

Vale oro


Hace poco tiempo atrás mi hija mayor me confesó, sentada a mi lado algo que de veras me hizo pensar.
“Cuando sea grande quisiera ser como Vale”
–Como Vale? Pregunté sorprendida…
“Vale vive sola, es soltera, tiene un perro…” completó.
Vive sola, es soltera, tiene un perro… y esas tres cortas sentencias dispararon en mí un montón de sensaciones encontradas.
Por un lado es bastante lógico que una pequeña de casi 12 años tome distancia de su madre y comience a identificarse con adultos jóvenes y exitosos. Eso debería haberme deprimido si lo veía desde esa óptica, pero se trata de Vale. De la Vale que todos conocemos.
A decir verdad yo también quisiera ser como Vale. No es que reniegue para nada de los caminos que yo misma elegí transitar. Quisiera ser como Vale salvo que para empezar me sobran 10 años.
Y Vale es así, un ícono por donde se la mire. Tiene una pechuga envidiable, es cool para vestirse, vive en un loft, en un condominio con piscina. Tiene mano para las plantas, conoce el mundo, tuvo muchos novios, tiene el perro más lindo del mundo… y puede automedicarse!!!!
Pero lo mejor de Vale no es eso. Es su gran sentido del humor, su sensibilidad por el arte, su inmensa generosidad, su amor por la naturaleza y su carácter vulnerable.
Tantas cosas atractivas tiene Vale que entiendo a la perfección por qué mi hija quisiera ser como ella y no tanto como yo.
Pero hija, no todo lo que brilla es oro, tengo ganas de contestarle como para achicar un poco la brecha que su fantasía impone entre nosotras.
Me contengo porque no será oro, pero es una hermosa joya. Es el dije perfecto en el collar de amigas que me cuelgo al cuello para sentirme mucho más hermosa. Si ella no estuviera, yo sería fea.

Carlota, Plastilina y otras cosas más

  Hola a todos!. Hace mil que no muevo esta página y no por que no haya hecho nada durante todo este tiempo. Hoy les quiero contar que en mi...