Un día llegó el día en que Papa Frita hubo de regresar de su viaje de campamento, habiéndola pasado requete bien, conociendo lugares y personas nuevas. Tan bien la pasó en su viaje que algunas noches olvidó buscar la estrella más brillante, otras simplemente cayó rendido de cansancio antes de poder hacerlo. Pero a pesar de eso nunca se olvidó de su mamá y la recordó con mucho cariño todo el tiempo y cada vez que le pasaba una cosa buena. Por fin al llegar a casa corrió a darle un abrazote grande y a reencontrarse con sus queridos y extrañados juguetes que tanto le gustan.
Ahora sí, esta loca saga llegó a su fin. Mis queridos chichipíos, vermouth conmigo y Cat Chow!
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