22 de enero, 33 grados… Aceite, agua. aire, nafta, vianda, paciencia.
Subo a los chicos en el auto, salgo a la ruta. De vacaciones, sola, las primeras de separada. Con los chicos, dije? El padre a Punta del Este con su nueva novia, 20 años menor… que yo. (acá va un emoticón) Y yo, con lo que me da el cuero, a la costa atlántica. Al cabo de 10 minutos resuena el primer "¿cuándo llegamos?" el primero de miles junto con "¿cuánto falta?" Pongo música. Topa, Junior express, Violetta, sapo Pepe… una y otra vez en mi cabeza se repite la pregunta "¿por quéééé?" Peleas, discusiones, forcejeos, varias paradas en el camino. Chascomús, Castelli, Balcarce, Pis, caca, agua, café, aspirina, etc, etc. Sol rajante, tormenta eléctrica, terror, silencio, me pregunto si agarré bien la ruta, siempre me trajeron, nunca manejé yo, por que cornos jamás presté atención al camino!!! Llegamos. Hermosa Necochea de playas anchas. Viento, mucho viento, arena que vuela y se te mete en la oreja. Y allá voy yo, madre soltera, con el bolso principal y los demás bolsos. Con mudas de ropa, juguetes para la arena, provisiones para comer y beber, y muchas otras cosas que me agota enumerar. Instalo mi humanidad en una reposera y dispuesta a relajarme comienzo a escuchar las conversaciones a mi alrededor. Mujeres que ociosas, como yo misma, se quejan del mal trato de sus ex maridos, o del destrato de sus maridos o del contrato con sus futuros maridos. Observo también a ex maridos, maridos y futuros maridos mirándoles el culo a mujeres de otros tipos. Mis niños que con una periodicidad matemática se me acercan para pedirme dinero para helados, licuados, cometas, trencillas, tobilleras, anteojos, pirulines, churros suponiendo que una es accionista mayoritaria en Ciccone calcográfica o dueña de un pozo petrolero en oriente medio. Los negritos nigerianos se te acercan a cada rato ofreciéndote todo tipo de mercadería, lo último es el palo para selfie. Me dan mucha pena esos tipos. Te miran con los ojitos amarillos, se caminan la costa de punta a punta vendiendo porquerías a cambio de una vida con menos de lo esencial y muchos sueños por cumplir. Si fueran rubios no me causarían tanta pena. Qué mal estoy de la cabeza. Por la noche la salida es obligada. Trataré de zafar pero es casi imposible. Los fichines, Sacoa. La feria artesanal, el trencito de la alegría, alquiler de bicicletas, andar en pony, el show callejero que no te cobra entrada pero sí salida, y así…. Pequeñas grandes cosas que hacen que las vacaciones con los chicos sean felices y sean… ¿vacaciones? Sí. Lo son. Pero esta vez sola. Sola con los chicos. En un volver a empezar. |
martes, 4 de julio de 2017
El primer verano del resto de mi vida
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