El running es una moda como el parripollo o la cancha de paddle. Retitulen esta nota: “Ganando amigos con Carola”.
Va de nuevo. Mi teoría es que el running como se vive hoy es una moda pasatista. No quiero negar la historia del atletismo como disciplina deportiva ni su trascendencia hasta el fin de los tiempos. Me refiero a, ya saben, ese fenómeno que se está dando hace unos años de gente que corre de aquí para allá a toda hora. Hoy en día el running es un nicho de marketing, un estilo de vida, un aspiracional, o como quieran llamarlo.Para mí el running como lo acabo de describir tuvo su ascenso hace un par de años; está en su meseta… (en el extremo derecho donde la pendiente se empieza a inclinar hacia abajo) y algún día va a descender y va ser opacado por la nueva ocurrencia del momento.
Yo, como futura ex runner me animo a vaticinarlo. Lo digo con la autoridad de quien un día, también se subió a esa moda, como muchos, recién separada de un largo matrimonio y en busca de una válvula de escape. Yo, sí yo, que jamás corrí 200 metros seguidos haciendo algo que simbolizaba renacer a un nuevo estado vital. Y muy de a poco me puse en forma. Renegada como lo soy en todo aspecto de mi vida, me fui haciendo de esas zapatillas, de aquél reloj, de esta remerita, y por supuesto, me metí en un “running team”. Eso sí que es el núcleo, la quinta esencia que convierte una actividad deportiva en un club social.
Porque la mayoría de la gente, como yo, huye al trote -o a los piques- de una vida pasada. Gente separada o aburrida de su monotonía que busca relacionarse en un campo diferente a cualquier otro ligado a su rutina. Y resulta que te haces amigos, compinches, y vas a las carreras y viajás… y si ya no estabas separado… te separás!
Creo haber mencionado antes que el running se encuentra al borde de la decadencia. Y esto sucede cuando los runners se encuentran a entrenar con la finalidad de hacer arreglos para luego juntarse a morfar. Y se juntan nomás a morfar y ahí se empieza a desdibujar la figura y ya sabemos como sigue la historia.
Lo cierto es que el dichoso running me ha ahorrado horas de terapia, me ha regalado logros impensados, amigos entrañables, una nueva pareja… sí, un chongo hermoso, muchísimos kilómetros de endorfinas, y un puñado de medallas que engrandece mi ego en esos días que me siento la más miserable.
Alguien dijo que el running está en decadencia? Puede ser que me encuentren en breve en un sillón, achanchada en pantuflas, con un control remoto en la mano y un pasado runner en el ropero. Pero el running no muere. Larga vida al running!!!
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