Te toca timbre el sodero, lo saludas
cordialmente con una sonrisa, recibís el bidón nuevo le pagás y cerrás la
puerta. Caminás por la calle, te cruzás con tu vecino que viene caminando en
sentido contrario, lo mirás a la cara y con una sonrisa lo saludás: Adiós!
Subís al ascensor, hay un par de personas, como sos un tipo educado esbozas una
sonrisa y decís “buen día…” No necesariamente te responden el gesto.
Cuando vemos un bebé, un cachorro o algo
gracioso se nos curva la boca para arriba.
A diario sonreímos tantas veces que no
podemos llevar la cuenta de ello a conciencia. Es como contar las
respiraciones, te perdés al rato. A veces sonreímos con total sinceridad y
otras por compromiso. Algunas veces es un acto voluntario, otras automático.
Lo curioso para mí es comprender la
permanencia de esa mueca en nuestra cara. Porque la sonrisa tiene una duración
que generalmente es de tan solo un par de segundos. Luego de lo cual volvemos a
punto muerto por así decir. Y no es que se trate del estado de ánimo que
tengamos ya que muchas sonrisas se escapan más allá de si estamos contentos o
tristes.
Mi duda es, en qué momento la comisura
hacia arriba se endereza, que pasa por nuestras cabezas, o tal vez nada. Tal
vez sea cuando das medio giro y le das la espalda a la situación, o cuando la
cruzás y justo en el momento exacto en que pasás a través de eso y eso queda
atrás se activa un botón de reset de las facciones.
Sé que es un pensamiento estúpido, que lo
único que logro es hacerte perder el tiempo con esta lectura. O a lo mejor no.
A lo mejor logro arrancarte una sonrisa efímera que puede durar 4 segundos
desde que llegues a este punto.
Todo esto de la sonrisa me hizo recordar
una viñeta humorística donde en una fila de Storm Troopers uno, y sólo uno
dibuja una sonrisa. Y el remate versa: Me parece que uno que yo sé ayer garchó.
(Seguro que esa sonrisa le duró un par de horas).
Y a propósito de lo que duran las cosas…
Cuánto dura tu cara de enojado?
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